martes, 23 de marzo de 2010

MODULO 1



Módulo A.

Crisis global en curso

1> El primero módulo abarca un período que arranca con la caída, el 15 de septiembre de 2008, de Lehman Brothers en Nueva York, un banco emblemático que con su colapso arrastra a la totalidad de Wall Street, el centro financiero de los Estados Unidos, y se cierra con la 15º Conferencia de las Partes (COP15) del Convenio Marco de las Naciones Unidas de Cambio Climático (CMNUCC) celebrada en diciembre de 2009 en Copenhague. En el medio se consideran las tres reuniones del Grupo de los 20 (G 20), realizadas respectivamente en Nueva York, Londres y Pittsburgh.

2> El 15 de noviembre de 2008 en Washington se convocaron los países componentes del G 20. El G 20 reúne 19 países más la Unión Europea que tienen una o más de las siguientes cinco características: países industrializados, productores de alimentos, dueños de reservas energéticas, poseedores de grandes mercados, con potencial liderazgo geopolítico regional; además, se ha buscado un aceptable equilibrio entre los continentes. El agrupamiento se ha constituido en el timonel de la crisis global a pesar que de él -incompresiblemente para algunos- forma parte nuestro país.

3> Por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) los países del mundo se proponen reducir y estabilizar la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera a un nivel que impida interferencias peligrosas en el sistema climático y en un lapso de tiempo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente, haciendo posible un desarrollo sustentable para todos. Las conferencias de las partes (COP) del CMNUCC reúne a la totalidad de los 194 países firmantes de la Convención. Ninguna negociación internacional ha marchado con la velocidad de la referida al cambio climático (una conferencia por año desde la COP1 en 1995) ni ha sido más productiva (existen compromisos de reducción de los más contaminantes); eso sí, siempre al borde del abismo abrumada por la sensación de un fracaso inminente y catastrófico para el planeta.

4> Los manejos financieros en Estados Unidos comenzaron en 2007 cuando cayeron algunas instituciones bancarias no tan resonantes. Las hipotecas subprimes, que se ofrecían con bajos intereses sin reparar en los antecedentes de los deudores, al crecer desmesuradamente dieron como resultados una alta tasa de incobrables. Se puso en marcha un círculo vicioso. Los bancos comenzaron a vender las hipotecas securitizadas en paquetes y los inversores, previendo los riesgos a los que se los estaba exponiendo, comenzaron a cuestionar la manipulación irresponsables de sus fondos por parte de los bancos. Un manejo complejo -sin muchos antecedentes en la vida bancaria- que derivó en que aquellos paquetes, ya incobrables, terminaran desahuciados en bancos de países como Islandia antaño incapaces de imaginar verse involucrados en tales maniobras. Los bancos comprometidos asentaban sus préstamos fuera de los libros de balance al margen de todo control; como parte de los mismos manejos, los precios de las propiedades se vinieron abajo. Lo que comenzó siendo un problema de liquidez para algunos bancos derivó en un problema para el sistema en su conjunto. El FMI estima que la mayoría de las pérdidas no se han producido aún y podrían alcanzar más de U$S 2 billones (12 ceros) solo en EEUU.

5> Cabe preguntarse si la crisis no fue prevista o se la dejó venir con la esperanza de que sus efectos jugaran uno de los papeles habituales de las crisis: resolver situaciones indeseables. En el segundo caso hay que tener en cuenta los sofisticados mecanismos disponibles en EEUU en materia de alerta temprana para el control del sistema financiero y el hecho de que el gobierno americano recién actuó luego del descontrol y cuando ya no era posible volver atrás. Cuesta creer que un puñado de oficiales de cuenta, por más importantes que fueran los bancos a los que pertenecían, hayan sido capaces de producir tamaño descalabro con el manejo irresponsable de los préstamos y las hipotecas. Tampoco los analistas tuvieron un papel muy decoroso en materia de pronósticos. Frente al default, Giovanni Sartori arremetió implacable: “una ciencia económica que no sabe prever tiene poco de ciencia”

6> En setiembre de 2008 colapsa Lehman Brothers, todo un símbolo. Se pone en tela de juicio el sistema bancario en el mundo. El apalancamiento era muy grande. Los inversores se retraen; no quieren correr riesgos de ese tipo. Caen los precios de los activos, en particular, acciones y bonos corporativos. Cuando se desata la crisis las economías estaban creciendo fuertemente, pero se produce el desaceleramiento. Las economías avanzadas entran en recesión; las emergentes aguantan por una relación favorable de precios en algunas materias primas y el auge del comercio. Sin embargo se debilita la confianza que como se sabe es considerada la principal condición para el normal funcionamiento de la economía. Son afectados el comercio, la producción y las inversiones en todo el mundo. Pero las implicancias trascienden sobradamente lo económico y financiero: un informe del Consejo Nacional de Inteligencia preparado en 2008 para el entonces presidente electo, aseguraba que la influencia de los Estados Unidos de América disminuirá en las próximas dos décadas.

7> En el momento más álgido de la crisis, ante el estupor de la ciudadanía mundial (y el desconcierto de académicos, analistas, comunicadores y gobernantes… salvo los nuestros), se realiza en Washington la reunión del 15 de noviembre de 2008 y aparece en escena el G 20. Fue el ex-presidente del Banco Mundial Wolfensohn quien enfatizó que “es hora de que el G 20 reemplace al viejo G 7". En Washington el G 20 produjo una extensa declaración con diagnósticos, compromisos y principios; en total 75 (!) acciones concretas para el corto y mediano plazo. Los principios (normas) fueron:

I.reforzar la transparencia y la responsabilidad de controlar los mercados,

II.mejorar la regulación,

III.promover la integridad de los mercados financieros,

IV.reforzar la cooperación y coordinación en todo lo atinente a mercados,

V.reformar las instituciones financieras.

En tiempo record –una reunión preparatoria de ministros de economía de los países integrantes del G 20 se realizó apenas una semana antes en San Pablo- se elaboró esta declaración con un grado de minuciosidad que no es usual en reuniones presidenciales, y que solo pudo haber sido consecuencia de la existencia de un consenso previo si se considera la diversidad, profundidad y el alcance de sus propuestas. Como luego se vería, la declaración constituyó la base de lo acordado en la cumbre de Londres del 2 de abril de 2009 donde se pasó revista al cumplimiento estricto de lo acordado en Washington.

8> El proceso entre las dos reuniones del G 20, en Washington y Londres, se desarrolló a lo largo de 4 meses largos de intenso trabajo. Los medios de comunicación reflejaron los pareceres de formadores de opinión, periodistas, académicos, ex presidentes y en ejercicio, funcionarios de distinto rango, nacionales e internacionales, sobre diversos temas. Importantes encuentros presidenciales tuvieron lugar. Obama estrenó su cargo recibiendo al primer ministro inglés. Santiago de Chile fue sede de una importante reunión de presidentes dos días antes de la cumbre del G-20 en Londres, que de paso fue aprovechada por Brown para visitar a Lula. La Unión Europea fijó su posición la que fue difundida por el presidente Barroso. Los ministros de economía del G-20 se encontraron en marzo para revisar la agenda; lo mismo los ministros de economía del fenecido G-7 en Roma. Otros organismos internacionales y regionales contribuyeron con sus reuniones alusivas. Por supuesto no faltaron las reuniones de thinks tanks entre ellas la que protagonizaron Chatham House de los ingleses con Atlantic Council de los americanos para afinar las propuestas. Con estos antecedentes se llega a Londres el 2 de abril.

9> El portal de la cumbre fue reflejando en forma ágil y minuciosa los pormenores de su preparación. Tres documentos publicados previamente jugaron un rol preponderante en la precisión de la agenda. Ellos fueron el documento del 15 de noviembre salido de la reunión del G-20 en la capital norteamericana, otro derivado del encuentro ya mencionado de las dos fundaciones, americana e inglesa, que había tenido lugar a principios de marzo, y un pormenorizado análisis de la crisis, con propuestas de administración y salida de la misma, por parte del premier inglés, anfitrión de la cumbre, y llamado a tener una incidencia decisiva en la declaración final como luego se vería a partir del análisis comparativo de ambos contenidos. La declaración final abordó cinco grupos de problema con propuestas concretas en cada uno de ellos:

*crecimiento y empleo,

*regulación y supervisión financiera,

*reforma y fortalecimiento de las instituciones financieras,

*comercio e inversiones, y

*una salida sustentable para la crisis.

La agenda comenzó a extenderse hacia otros temas como el del cambio climático, el empleo, el comercio, la pobreza, la energía, tecnologías verdes, los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y resaltar la importancia del proceso que se abría en el camino hacia la reunión de fin de año en Copenhague.

10> Finalmente el G-20 se reunió en Pittsburgh el 24 de septiembre de 2009. La convocatoria fue la tercera de las reuniones presidenciales en 10 meses, una frecuencia sin antecedentes para cumbres internacionales teniendo en cuenta el porte de los convocados. No olvidar que se daban cita Obama, Brown, Sarkozy, Medvedev, Berlusconi, Merkel, Hu Jintao, Hatoyama y las máximas autoridades del resto de los países del G 20. Sin duda esta reunión constituyó un cierre; no en lo atinente a la culminación de la crisis, sino en la toma de una dotación esencial de decisiones tendientes a su manejo. Pero también significó una apertura si nos referimos al establecimiento de normas, patrones y procedimientos en condiciones de guiar en lo sucesivo los asuntos del mundo. Desde el punto de vista operativo se observa una creciente descentralización, hacia el FMI y las reuniones de los ministros de economía, de los aspectos puramente económicos y financieros de la crisis aunque, sin lugar a dudas, con la firme promesa de un control estricto de los comportamientos nacionales con el celo de un cancerbero, el perro de tres cabezas que guardaba la puerta de los infiernos[1] (la imagen externa del gobierno argentino es una consecuencia de esa decisión policial).

11>La declaración final de la cumbre aborda la totalidad de los temas que estuvieron en el tapete desde el inicio de la crisis. En sus conclusiones, siguiendo la tendencia de ampliar sus incumbencias ya anotada en Londres, luego de los urgentes abordajes iniciales de los aspectos detonantes de la crisis, cobran cuerpo otros temas, por ejemplo, laborales y sociales (11 menciones), instituciones internacionales (11 menciones), comercio (4 menciones), cambio climático (6 menciones) que se suman a las aún importantes cuestiones financieras (16 menciones) y macroeconómicas (11 menciones). De la misma manera que en economía y finanzas, se observa una fuerte descentralización operativa en los aspectos laborales: se le asigna un nuevo rol a la OIT y a los ministros de trabajo de los países miembros. En el caso del cambio climático, la madre de todas las negociaciones, todo se siguió derivando hacia la cumbre de Copenhague encargada de establecer las bases para la sucesión del protocolo de Kyoto que expira en 2012. La modalidad establecida para la descentralización del tratamiento de los temas financieros, climáticos, alimentarios y laborales, anticipa una modalidad a implementar con el resto de los temas de la agenda global. Así, G-20 produce una delegación de roles con pautas precisas hacia organismos o espacios ad-hoc de tratamiento específico de las temáticas y, de esa manera, se transforma en una especie de mesa examinadora de la performance de sus instituciones delegadas. Finalmente, otra de las cuestiones representadas implícitamente, que adquiere una importancia difícil de dimensionar en el imaginario político, es el de la gobernabilidad mundial; por lo pronto el G 20 se designó a sí mismo “para ser el foro principal para (la) cooperación económica internacional”

12>De habernos dejado llevar por las declaraciones reflejadas por la prensa de algunos gobernantes y ambientalistas, la COP15 realizada en Copenhague hubiera significado un fracaso con relación a las expectativas que había generado. Es una percepción recurrente desde la realización de la COP1 en Berlín, en 1995: ver el vaso medio lleno o el vaso medio vacío en lugar de ver el vaso en su totalidad, con lo que tiene y lo que le falta. Hemos dicho que la negociación sobre cambio climático, iniciada a partir de la caída de la URSS en 1991, es la de mayor alcance mundial cuyos efectos se harán sentir y serán tan duraderos como las influencias que ejercieron oportunamente la primera y la segunda revolución industrial. La COP15 no previó aprobar un nuevo tratado internacional sino, en una escala más abajo, un pacto político; sin embargo, el haber sacado una declaración de intenciones (que ni siquiera fue firmada por todos merced a la oposición de los “bolivarianos”) dio lugar a que una organización ambientalistas tildara sus para ellos pobres resultados de la cumbre como de “crimen climático”. La cosa pasaba por otro lado. Era la primera que vez que no solo participaban sino se comprometían EEUU y China a reducir sus emisiones siendo que son los mayores contaminantes del planeta: entre ambos emiten el 42% de los GEI. La COP15, en una secuencia que se mantiene con relación al tratamiento de la agenda, deriva sus conclusiones para la COP16 que se realizará este año en México. Los temas sobre los cuales se fue amasando el consenso giraron en torno a 1) la elaboración de estrategias especificadas al nivel local tendientes al ahorra y la eficiencia energética y 2) el fomento de las energías renovables. El otro tema importante fue el inicio de los compromisos de los países ricos a destinar fondos para que los países pobres puedan realizar las actualizaciones de su infraestructura energética para ponerla a tono con las pautas que se van consensuando en torno a las negociaciones del cambio climático.

13>El pictograma chino de crisis representa dos efectos: la creación y la destrucción. Como un perro de presa, la crisis le hincará el diente, y esta vez no soltará, a la industria no convertida; al mismo tiempo, la crisis dará oportunidades únicas a los sectores de la producción que se hayan innovado. Crisis (del latín crisis, a su vez del griego κρίσις) “es una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución; especialmente, la crisis de una estructura. Los cambios críticos, aunque previsibles, tienen siempre algún grado de incertidumbre en cuanto a su reversibilidad o grado de profundidad, pues si no serían meras reacciones automáticas como las físico-químicas.” En ese sentido, se puede ver que la presente crisis está alumbrando una nueva configuración sistémica …esa configuración irá tomando forma a partir de tareas que son inherentes al despliegue de la globalización por abajo, que es lo que aún resta para completar el proceso que se puso en marcha hace apenas treinta años. Existe una relación amplificada entre la crisis financiera desatada en el 2008 y las medidas de consenso adoptadas en las cumbres por los líderes del G-20 para enfrentarla; esta constatación, que podría ser obvia, adquiere sin embargo una significación particular al ver la gama de temas considerados, la inusual rapidez de respuesta de la totalidad de la parte más alta de la dirigencia mundial, la profundidad y extensión con que se han encarado las soluciones y el tono perentoria de las mismas, todos factores que en forma conjunta están evidenciando una situación sin antecedentes por su gravedad y la unidad de acción demostrada por los gobiernos de los países decisivos. Es el paso del tiempo el que irá dando una perspectiva de la que no se dispone cuando se está en medio de los acontecimientos. No era razonable pensar que la situación creada luego del brote de la crisis pudiera haber sido posible sin el tremendo descalabro que se generó en la economía mundial. El nuevo contexto, que comprende áreas que superan largamente lo financiero y económico, es de una potencia de transformación que no tiene antecedentes en materia de coordinación a nivel global. Es como si las medidas adoptadas hubieran estado esperando que se desatara la crisis para ponerse en movimiento: fueron más significativos la velocidad con que se actuó para responder a la crisis que los esfuerzos realizados para anticipar y evitar su ocurrencia. Fue notorio en ese momento, además, el esfuerzo por instalar al nivel de la opinión pública tanto los alcances de la crisis como las medidas adoptadas. Se ha producido una combinación sinérgica de temas de agenda, escenarios, el protagonismo de nuevos actores -como el G-20 que pone en un pie de igualdad en materia de representatividad formal a países desarrollados y emergentes- metodologías de funcionamiento y revisión de políticas establecidas desde hace muchos años, que nos muestra que estamos ante un momento sin isomorfismos previos. Ahora bien, si la crisis tiene una influencia tan grande, es lícito interrogarse sobre las posibilidades de duración de la crisis y si, en última instancia, esta no se habrá transformado en un factor reconfigurante de amplio alcance, digamos al estilo del cambio climático; es más, si, en última instancia, a la crisis se la ve con pesar, como si fuera una carga, o una oportunidad de plasmar una agenda que ya lleva unos cuantos años de metabolización. En ese sentido, es verificable, y lo vamos a hacer en la segunda parte de esta clase, que algunos de los diagnósticos y propuestas para la acción, ya estaban presentes desde tiempo atrás.

Otro de los interrogantes que trajo aparejado este proceso explosivo, es si una de las consecuencias inevitables del mismo es el fin del capitalismo neo-liberal. Como para alimentar las sospechas en ese sentido, al finalizar la reunión del G 20 de abril, el premier Brown declaró enigmático: “Se terminó el viejo Consenso de Washington", en referencia al pensamiento económico que aseguró, durante décadas, que el mercado solucionaría sus correcciones por sí mismo, sin necesidad de intervención estatal, y agregó "hemos logrado un nuevo consenso de que haremos lo necesario para restablecer el crecimiento y el empleo, y evitar que una crisis de este tipo se repita nuevamente". Sin duda, las nacionalizaciones de empresas o el salvataje de las mismas llevadas a cabo en Inglaterra y EEUU nos están mostrando un intervencionismo estatal que ni el más ortodoxo de los gobiernos socialdemócratas se hubiera animado a ejecutar. Sin embargo, así ocurrieron las cosas y esto merecerá la atención suficiente en este curso como para dilucidar algunos de los mecanismos de ingeniería sistémica que explican los procesos inherentes a la globalización.



[1] A buen entendedor basta con la caída de Lehman Brothers y General Motors.

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