MODULO 2
A. Génesis de la globalización
1. Algunos autores sitúan el origen de la globalización (Ĝ) en la aparición del imperialismo que tuvo lugar en las postrimerías del siglo XIX; otros se van más atrás y atribuyen ese rol fundador a los viajes que emprendieron los europeos en la época del Renacimiento para acercar las especias de la India. A pesar de su carácter abarcativo, no es infrecuente que cada área del saber o de actividad evidencie los rasgos de la Ĝ que se corresponden con sus códigos para hacer una extrapolación que les permita analizar el conjunto; por ejemplo, en los casos citados, se pone el acento en los mecanismos de expansión (comercial, financiera, etc.) y entonces los economistas se atribuyan la paternidad de la Ĝ. En esa línea, también los simpatizantes del futbol podrían hacer la suya: situar el origen de todo lo que pasa en el mundial de México de 1970 -el primero transmitido a todo el mundo por TV color- ya que, tomando el hecho mediático como metáfora, ese deporte constituye la actividad humana que le confiere mayor visibilidad a la Ĝ. Pero la cosa es más compleja. Siendo que la Ĝ puede ser representado por un poliedro conceptual susceptible de ser enfocado a través de sus distintas facetas, su percepción integral no puede ser patrimonio de una disciplina particular. Es la revolución científico tecnológica (C&T), desarrollada en la segunda parte del siglo pasado, el punto de partida para comprender ese cambio sistémico y totalizador de alcance planetario, el primero de ese tipo y magnitud en la historia de la humanidad.
2. Es difícil de calibrar sin la perspectiva histórica suficiente -porque aún estamos siendo partícipes de sus consecuencias- el potencial reconfigurador de la dotación de saberes generados a partir de la segunda guerra mundial en el mundo capitalista, principalmente en los Estados Unidos; para ser justos, con los hombres y mujeres más inteligentes provenientes de todas las latitudes, como fruto de una oportuna convocatoria de científicos que, por diversas circunstancias, en la década de los treinta del siglo XX -ya con la música de fondo de los tambores guerreros sonando- acudieron al llamado dando como resultado que en ese país se juntara una masa crítica de saberes inigualable e incomparable. Todas las disciplinas hicieron su contribución. Y la transdisciplinariedad, que hacía que todos pensaran distintos pero con metodologías y marcos conceptuales equiparables, dio sus frutos en las sinergias de las articulaciones de cada uno de los saberes particulares con todos los demás, ensayando combinaciones de las más diversas y novedosas. Por ejemplo, la cibernética nació de la unión de especialistas en balística, con neurólogos y matemáticos. Muchos experimentos fructificaron de esa manera apoyados en una base común: la formulación de la teoría de la información, el enfoque sistémico y, sobre todo, en el desarrollo de la computación.
3. ¿Por qué parte empezar de la revolución de los saberes? Lo haremos por los aspectos menos tangibles, de carácter simbólico: la conquista del espacio. Ver para creer. Por primera vez el hombre vio que la Tierra, su hogar, efectivamente era redonda, o sea, un Ĝlobo. Poner a Neil Armstrong en la Luna -una expresión menos belicista si se puede decir así de lo que era en ese momento la lucha entre los sistemas- dio como resultado y fue la consecuencia de un desarrollo C&T de vasto alcance. En 8 años, desde 1961 cuando Gagarin, el primer hombre en salir al espacio, asombró al mundo con su hazaña inolvidable, se completó la salida del ser humano del seno materno, la Tierra, y su llegada a otro cuerpo celeste. Metafóricamente un alumbramiento si se compara la historia humana sobre la Tierra con un ciclo personal de vida: un antes, desde el origen del hombre hasta el presente, equiparado con los nueves meses de la vida en el seno materno, y un después, el trayecto futuro de la raza humana hasta el impreciso momento del juicio final, equiparado con la trayectoria desde el parto de un bebé hasta el final de los días del individuo. Según ese punto de vista, entonces, no habría que hablar del fin de la historia como hizo Fukuyama con relación al momento que estamos viviendo sino apenas del fin de la terrenal prehistoria humana.
4. Las tecnologías de la información y las comunicaciones alumbran dos posibilidades que queremos resaltar: el tiempo real, y el cómputo. ¿Qué es el “tiempo real”? Se refiere a la transmisión de la información realizada instantáneamente, es decir, que en el mismo momento de la emisión se produce la recepción, con independencia de las distancias involucradas. Los contenidos de la comunicación pueden ser como es sabido datos, imágenes, voz, palabras o sus combinaciones. Hágase un ejercicio de comparación con el pasado referido a la velocidad de transmisión de cualquiera de esos contenidos. ¿Qué es el cómputo? Es lo que lo que motoriza el más elemental movimiento de la materia. En definitiva, el cómputo es la operación que a nivel atómico nos “mueve” a cada uno de nosotros; el elam vital de la creación humana. Toda operación que se da en el cuerpo humano, por ejemplo en el cerebro para incorporar los informes que vamos recibiendo a cada instante, o en las células para procesar los alimentos que contiene nuestra ingesta, requiere operaciones con información del más variado tipo que es computada para, a su vez, dar otro tipo de resultados. Esa habilidad, la más elemental de las que se pueden encontrar en la naturaleza, en este caso es re-producida por la naturaleza misma, esta vez no en forma “natural” sino “artificial” si se puede decir así, pero a través de su máxima creación: el ser humano completando así una trayectoria que lo llevó a tratar de imitar continuamente lo que la misma naturaleza le brindaba en derredor. Nacen las computadoras que han sido la herramienta insoslayable del desarrollo C&T, productivo y organizacional en general de la vida terrestre en el último medio siglo. Distintos mecanismos de uso cotidiano contribuyeron a cambiar las formas de vida. Internet, la metáfora de Ĝ, cumplió 20 años de su ingreso al hogar aunque era de acceso militar desde los años sesenta.
5. La producción. Se estima ya desde hace unos cuanto años que la capacidad instalada para producir bienes y servicios en el mundo está muy por encima de cualquier demanda potencial que pueda surgir de un cambio en las condiciones actuales. Claramente, se ha invertido la ecuación oferta/demanda que a lo largo de la historia estuvo regida por el primero de los términos. Se vivió históricamente en el mundo de la escasez y se ha pasado en las últimas décadas al mundo de la abundancia. Basta ver las góndolas de un hipermercado o las informaciones sobre las tasas de crecimiento chinas y ahora indias, los principales productores mundiales de bienes de consumo masivo. La misma situación se da en materia de alimentos: desde la década de los ’70 en la Tierra se producen las proteínas suficientes para una dieta adecuada de todos sus habitantes. A diferencia del pasado –un escenario de hambrunas recurrentes aún en los lugares más desarrollados- la pobreza y la indigencia ya no dependen de la disponibilidad de los insumos que permitirían superar esa condición. Ya no se trata de conquistar mercados como en la fase imperialista del capitalismo sino de crearlos. Ya lo dijo Mitterrand en 1989: “necesitamos 2000 millones de nuevos consumidores”
6. Las Empresas transnacionales (ET). Su aparición constituyo uno de los indicadores del paso de la fase imperialista de la economía a la fase transnacional y desde esta, sin escalas, al “cierre” de la Ĝ. Uno de los rasgos del imperialismo fue que las empresas multinacionales de los países desarrollados tenían una pertenencia nacional, y su expansión en la búsqueda de mercados en otros países se realizaba con el apoyo del aparato estatal de su país de origen. En la transnacionalización se produce un despegue; las empresas dejan de tener patria y hogar aunque formalmente no aparezca del todo así. Hay un ejemplo curioso: la puesta en escena por los setenta de una “guerra comercial” entre Japón y EEUU en torno al mercado automotor[1]. Las propias empresas norteamericanas a través de sus dependientes japonesas inundaron el mercado nacional estadounidense con autos hechos en Japón de gran calidad y menor costo, para forzar por medio de la competencia, la baja de los costos (sobre todo laborales) de EEUU y forzar la reconversión tecnológica de sus plantas. Una típica maniobra intraempresa de las ET. En esos años, rápidamente, las ET dejaban de estar controladas por los gobiernos nacionales; tal es así que las Naciones Unidas debieron dictar un código de conducta que las regulara. Pero además de estos juegos de mercado para mejorar las posiciones relativas, lo más significativo de las devenidas ET se da en los métodos productivos; por caso, la manera en que se reparten las responsabilidades las distintas filiales de una ET en la producción de partes para el ensamblado a realizarse otros países. Así, la producción se transnacionaliza e incorpora aceleradamente nuevas tecnologías para mejorar la competitividad; la robótica avanza a un punto en que para evitar conflictos sociales por la desocupación que provocaría, tiene que ir aplicándose de a poco en mucho menor escala a los desarrollo tecnológicos existentes. Ya el valor de la mano de obra de deja de ser crítico, como también dejan de serlo las materias primas como lo muestra el ejemplo japonés.
7. China. Este país llamado comunista entra en escena por esos años y, a través de él, se produce uno de los fenómenos característicos de la globalización: la descentralización de la producción de menor valor agregado. Como consecuencia de ello, los EEUU y otros países desarrollados, realizan un traslado masivo de tecnologías medias y bajas (visto dinámicamente, en cada momento un poco menos de lo que es la “crema” de la innovación) para la producción de bienes de consumo masivo que ya no les conviene hacer en sus países forzando de esa manera un proceso “salvaje” de innovación permanente. Como consecuencia de esa operación, en la que se ve la mano Henry Kissinger -el gran operador de la Ĝ en ese momento en el gobierno de Nixon- China crece al 10% anual desde hace treinta años al inundar el mercado global de los artículos que a diario vemos en los comercios. Hay dos comentarios para hacer. La operación china que ahora se completa con la promoción de la India, es un típico esfuerzo como después veremos para la ampliación del mercado mundial: de forma exitosa, en solo 15 años (!), la clase mundial ha pasado de ser 1/3 a los 2/3 de la población total mundial (el indicador principal es el consumo de proteínas de origen animal, un tema de gran interés para la Argentina). La otra cuestión, es lo que a veces se debate –con dudosa entidad- sobre un eventual futuro hegemonizado por ese país asiático. China es un gran productor, configurado a medida, que, de fronteras para afuera, depende totalmente de una realidad que está fuera de su control (el dólar, las traders, los mercados que consumen sus productos, su real porte en la geopolítica internacional, etc.)
8. El mercado financiero. Recuerdo una película argentina “Asesinato en el Senado” en la que se podía ver la manera en que los frigoríficos de capital extranjero enviaban clandestinamente sus remeses a la casa matriz escondiendo los billetes en latas del corned beef. Ahora las transacciones –casualmente por medio de un sistema también llamado SWIFT- son en tiempo real, incluso aprovechando las diferencias horarias entre los distintos países, para sacarle mayores dividendos al capital teniendo en cuenta el horario de funcionamiento de los bancos nacionales. Se calcula que de esa manera están circulando cada día billones (12 ceros) de dólares. Por ejemplo, las transacciones diarias en los mercados de divisas –el más importante del mercado financiero que está compuesto también por el mercado de capitales y el mercado de derivados- son 1,9 billones de dólares (son dicho sea de paso 110 veces superiores al valor de los bienes y servicios intercambiados en el comercio mundial). Naturalmente, detrás de este gigantesco tráfico se esconde todo tipo de operaciones, lícitas e ilícitas, pero que le confieren una impronta característica de la Ĝ a esta parte de la economía.
9. La cuestión ambiental ya comenzaba a aparecer en niveles decisivos aunque con dificultades para implementar políticas específicas a escala internacional a pesar de que la contaminación devenía como uno de los factores más dinámicos de la interdependencia entre los países. Las políticas nacionales de crecimiento, apoyadas en general en el uso de energías contaminantes, contribuían para dificultar cualquier tipo de acuerdos sustantivos al respecto. Sin embargo, las posiciones no eran homogéneas. La cuestión ambiental tuvo su punto de partida en los informes del Club de Roma en 1972. Luego fue la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano realizada en Estocolmo, del 5 al 16 de junio de 1972 que produjo una declaración fundamental. Una suma de factores contribuyeron para direccionar la tendencia: el negocio del cambio de paradigma energético, nuevas reglas de juego en las relaciones Norte-Sur, la innovación derivada de la RC&T, la necesidad de incrementar la competitividad, factores éticos que se privilegian toda vez que las cosas se pueden hacer de una manera conveniente para que coincidan con los principios, esgrimir el potencial agotamiento de las reservas petroleras sin que esto haya tenido fundamentos sólidos que sustenten la predicción, y un montón de etcéteras que, por su diversidad y extensión, ya preanunciaban que la problemática ambiental con el correr del tiempo iría creciendo impetuosamente hasta cobrar el rol protagónico que muestra en la actualidad como hemos visto en el módulo 1 de este curso.
10. Hay otros factores políticos, sociales, culturales que, obrando como causa y consecuencia, crean las bases de la Ĝ; por ejemplo, la existencia en esos momentos de la Unión Soviética. Hay que decir que en este plano, más allá del chisporroteo de las políticas en los foros internacionales que era donde principalmente se evidenciaba mediáticamente la competencia entre los sistemas, en las élites del capitalismo no directamente vinculadas a la industria de guerra primó el pragmatismo: posaban su mirada en los mercados que en potencia podían representar una apertura del socialismo (el caso de China fue una muestra de ello). Pero ya en los ’60 pensadores influyentes como Aurelio Peccei, presidente de la FIAT y fundador del Club de Roma, hacían frecuentes viajes más allá de la cortina de hierra para establecer negociaciones directas con los líderes de esos países (la fábrica que la FIAT levantó en el Volga, plena estepa rusa, mostro las verdaderas intenciones de los empresarios capitalistas). Por otra parte, no hay que dejar de tener en cuenta que relaciones comerciales crecientes entre países y empresas de los dos sistemas, contribuían a acelerar las contradicciones que ya mostraba el socialismo en cuanto a viabilidad y que preanunciaban para un ojo avizor el colapso del llamado socialismo real y de propia URSS que sobrevendría sorprendiendo al mundo al fin de la década siguiente.
11. Comienza a cuestionarse la viabilidad estratégica de un escenario internacional basado en la existencia inmutable de los estadonaciones. 200 años de vigencia de esa configuración eran un tramo suficiente para ver los conflictos generados que había sido capaz de generar en la puja de los intereses nacionales, y el costo de resolverlos no pocas veces con guerras devastadoras. Dos aspectos más, entre otros, también pusieron lo suyo. El proceso de transnacionalización productiva con la aparición de las ET que las llevaba a tomar distancia de sus países de origen –y ver esa dependencia como un obstáculo en el juego global- por pérdida creciente de pertinencia de la forma imperialista de organizar el mundo. El otro era la pormenorización de la gestión hacia el interior de los países, empujada por un conjunto de factores C&T, sociales, etc., que llevaban a ver al estadonación como demasiado grande y alejado de la gente para hacerse cargo de sus problemas y, por otra parte, verlo demasiado pequeño y hasta poco funcional (operativo) para entender de los problemas que traía aparejado la interdependencia. En simultánea a ese cuestionamiento casi larvado debido a los factores inherentes al valor que la soberanía adquiría en vastos sectores nacionales, por ejemplo los ligados a la defensa, aparecen los fenómenos de regionalización, inicialmente de características económicas pero con una dinámica que los llevaría con el tiempo a superar esa visión limitada de la realidad.
12. Ya en los sesenta, los divulgadores de las posibilidades que abría el exitoso camino de posguerra del capitalismo, evidenciaban un problema ligado al mayor alcance de las comunicaciones: la revolución de las expectativas. ¿Qué se quería significar? Ni más ni menos que el hecho de que los pobres, viendo por TV la forma en que vivían los ricos, querían ser como ellos. Aparecen las discusiones. Que no todo el mundo subdesarrollado puede imitar el estándar de vida de los norteamericanos (sobre todo por el despilfarro que ya se empezaba a ver como un abrojo en el zapato). Que sí convenía mejorar la condición de los postergados si ello traía aparejado la ampliación de los mercados con la incorporación de nuevos consumidores que la industria de occidente podía satisfacer con creciente holgura. Así, el tema de la pobreza se incorpora a la agenda con una fuerza que hizo pensar a algún desprevenido que se estaba produciendo también una revolución pero moral en las élites. La sospecha duró poco. Fue en los setenta cuando se dijo que resolver el tema de la pobreza no es solo una cuestión ética sino del más puro autointerés, no solo para evitar conflictos por la mayor complacencia que traía aparejado un creciente bienestar, sino por puras razones de tipo económicas como hemos visto. Los hechos posteriores hasta hoy fueron demostrando la sagacidad de esos líderes aunque los problemas aun remanentes les impida todavía dormir tranquilos.
13. Era la época de los Beatles. La música inglesa se expandía por el mundo unificando patrones estéticos, al tiempo que direccionando la atención hacia pautas culturales hegemónicas. Nuestro tango entra en recesión por unas cuantas décadas (hasta que por fin sus fantasmas abandonan los clubes de barrio y se transforma también en un producto global); nace el rock nacional, una denominación de origen que denunciaba los intentos vernáculos para configurar una expresión nacional que nos diferenciara. Todas las manifestaciones artísticas y literarias que florecen en esos años, sobre todo viendo lo que pasaba en nuestro país, son sometidas a las tensiones de una dialéctica global/local, que tuvo, salvando los descartes necesarios en estos casos, una positiva influencia para el desarrollo de la cultura en general. Sin embargo, ya no entre lo de adentro y lo de afuera, sino referido a las dialógicas bueno/mal, diverso/homogéneo, el terreno de la cultura estaba llamado a ser uno de los más ríspidos y controvertidos del proceso de Ĝ.
14. Por último, hay un hecho ligado a la RC&T poco conocido y de cierta sofisticación como para que no se le tenga en cuenta en el inventario de factores de promoción global: la publicación de Jay Forrester, en 1969, de “Industrial Dynamics", un desarrollo matemático que hizo posible representaciones de de la realidad de índole compleja; el trabajo es considerado el punto de partida de la disciplina conocida como Dinámica de Sistemas. ¿Qué hizo posible este desarrollo tan abstracto? Ni más ni menos que la elaboración de los modelos, una noción frecuentemente mencionada que puede dar lugar a distintas interpretaciones. Modelo viene del latín med que significa pensar. Cuando estamos pensando en una situación que vemos (o que hemos visto y rememoramos), la imagen que se forma en la “pantalla” de detrás de la frente que cada uno de nosotros tiene como sugería Saer, es la imagen de un modelo. Seguidamente, cualquiera de esos modelos mentales puede ser representado por ecuaciones matemáticas en tanto se disponga de un herramental teórico adecuado. Cada parte de ese modelo puede ser expresado por una ecuación simple aunque la complejidad de una representación lleve a tener a recurrir a un sinnúmero de ecuaciones. Es lo que se denomina un modelo matemático. Uno de estos modelos, por medio de lo que se llama algoritmos, puede ser llevado al lenguaje de la informática y acceder a lo que se denomina un modelo computacional. Con una correcta correspondencia entre esos tres modelos -mental, matemático y computacional- podemos realizar “corridas” de simulación, una herramienta para la gestión que da múltiples posibilidades pero sobre todo una que se vincula con la proyección de Ĝ: como se decía en los setenta “ahora el futuro no se enfrenta, se construye” dando a entender que los consensos cuando se establecen entre decisores darán lugar a un direccionamiento de los acontecimientos según los intereses de quienes han puesto en movimiento los procesos. La expresión primera y más conocida de esos modelos es el llamado Modelo del MIT o los “limites del crecimiento” que por encargo del Club de Roma fue elaborado por Dennis Meadows. Ese modelo, según un punto de vista “fracasó en sus pronósticos” de que se llegaría al colapso si se seguía con un curso irresponsable de derroche de recursos naturales; no se vio que en realidad fue exitoso porque actuó de factor persuasor y disuasor para corregir los rumbos inconvenientes. Otro gran modelo fue el que se infiere administró la crisis del petróleo de 1974 y cuyas reverberaciones llegaron hasta nosotros en la forma de la deuda externa. Hoy una gestión de índole compleja en cualquier campo no puede ser realizada y llevada a término sin estas herramientas.
[1] Como de los resultados de la segunda guerra mundial, las empresas Japón, fungieron de botines de guerra del ganador, EEUU, y pasaron a ser encubiertamente propiedad de las grandes automotrices norteamericanas. Esa dependencia estructural se blanqueó en los noventa, por ejemplo, entre Suzuki y General Motors y en otros casos.
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